Discurso sobre el libro ‘‘¿POR QUÉ LE PASAN COSAS MALAS A LA GENTE BUENA?’’

Buenas tardes.
Mi nombre es Edgar Duvan Aparicio Sánchez, estudiante de la facultad de Ingenierías y tecnologías del programa Ingeniería Ambiental y Sanitaria, ante todo gracias por permitirme un momento de su valioso tiempo, es un placer presentarles mi discurso sobre el libro ‘‘¿POR QUÉ LE PASAN COSAS MALAS A LA GENTE BUENA?’’, del escritor colombiano Iván Gutiérrez Rodríguez.

Espero que mi presentación sea de su agrado.

El título que se nos plantea en el nombre de este libro, es una excelente pregunta que incluso nos podemos hacer ocasionalmente, teniendo en cuenta los problemas que se nos presentan a diario. Sucede que muchas personas creemos que no le hacemos daño a nadie, que luchamos en busca de todos nuestros propósitos, hacemos buenas obras y además oramos, pero aun así ‘’NOS PASAN COSAS MALAS’’, y lo que es peor, a veces nos estancamos, llegando al punto de perder las esperanzas.

Existen momentos en nuestra vida en los que sentimos que algo nos hace falta. Aunque se nos facilita cosechar todo tipo de éxitos y conseguir lo que nos proponemos, hay un no sé qué, algo que no nos deja ser completamente felices y que muchos cometemos el error de intentar llenar con cosas materiales, que a la final son vanas.

El autor de estas páginas nos cuenta cómo él, y otras personas, sanaron de raíz los sentimientos de soledad, miedo y pesimismo; los complejos, los resentimientos, la ansiedad y la depresión que en algunos momentos de sus vidas los aquejaron. Nos dice también por qué a veces tan fácilmente se nos escapan esa paz verdadera y esa felicidad profunda que tanto anhelamos.

El problema radica en que son pocas las personas plenamente satisfechas, debido a que unas son infelices porque están gordas y quieren ser flacas; otras tienen el cabello ondulado y lo quieren tener liso. Y estos, son meros ejemplos, ya que una lista completa sería interminable. Lo que en realidad pasa aquí, es que no nos damos cuenta de que a veces “nuestros principales enemigos somos nosotros mismos”.
Ocurre que lo que no hemos aprendido es cómo remediar los males de manera completa y verdadera, sino que casi siempre, nos cubrimos con máscaras  para posar en cada lugar de una manera diferente o nos disfrazamos de apariencias con orgullo injustificado, como dice la frase de Napoleón Bonaparte: “El orgullo es el arma de los débiles”.

Sin embargo, seguimos el camino con cara de poderosos, nos decimos que aquí no pasa nada, que todo está bien y seguimos adelante; eso sí, llenos por dentro de incertidumbre, ansiedad, temores, depresiones, estrés y quien sabe que cosas más. Lo peor de todo, engañándonos a nosotros mismos al construir nuestra vida sobre estas debilidades.
Luchamos y luchamos para encontrar en nuestros proyectos, metas y sueños, la verdadera paz y felicidad o la realización plena; pero no sabemos si alguna raíz o atadura del pasado nos las está truncando. Es por eso que debemos tener en cuenta que el camino más sano y verdadero para conocer lo que somos es escarbar en nuestra historia, nuestra niñez, hasta encontrar en las costumbres los malos ejemplos de nuestros padres y allegados, así como la falta de afecto, abandono, maltrato o burla de nuestros defectos físicos y emocionales. Es allí donde encontramos la raíz del malestar que nos aqueja y que se refleja en resentimientos, miedos, pérdida de la autoestima, ansiedades y hasta en enfermedades corporales, afectivas y mentales. Es tan sencillo como que lo primero que uno construye para lograr que un edificio sea fuerte y resistente son las bases.

 ‘‘Siempre habrá tiempo para todo, si primero hay tiempo para Dios’’

Utilizo esta frase aquí, para finalizar ya mi discurso, porque si hablamos de unas buenas bases que edificamos rebuscando en nuestro pasado, aceptando y corrigiendo algunas cosas. También debemos perdonar, y esto, no es olvidar, es recordar sin dolor y desearle el bien al otro. Para lograr lo dicho anteriormente debemos buscar de corazón, a ese ser que nos ama incondicionalmente y que a veces, solo  a veces,  tenemos en cuenta cuando la soga esta al cuello.